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El líder de la grupeta: el guardián de los kilómetros, el héroe que siempre te lleva a casa

En cada grupeta, entre risas, bromas y el sonido de las ruedas mordiendo el asfalto, siempre hay una figura que destaca. Pero no es el más rápido, ni el que ataca en cada repecho como si estuviera en el Tour de Francia. No, este hombre no necesita demostrar nada. Él ya lo ha dado todo, y su gloria no está en los KOM de Strava ni en los sprints alocadamente innecesarios. Su gloria está en el grupo, en mantenerlo unido, en ser ese faro que guía a los demás cuando las fuerzas flaquean y la duda empieza a hacer mella en el alma.

Este líder no se proclama líder. No necesita hacerlo. No grita, no se pavonea, no necesita que nadie lo vea. Es el hombre que, cuando llevas más de la mitad de la ruta, con las piernas ardiendo y el corazón latiendo como un tambor de guerra, te da la paz que necesitas. Miras al frente, lo ves, y sabes que todo estará bien. Porque él está ahí. Siempre está ahí. Su pedaleo es constante, seguro, como si el viento mismo se apartara con respeto para dejarle paso.

Y cuando la carretera se empina y el grupo empieza a desgranarse, cuando los más jóvenes y fogosos deciden que es el momento perfecto para demostrar quién tiene más testosterona en las piernas (o en el ego), él simplemente sonríe. Porque sabe que esos ataques no van a ningún lado. Sabe que el ciclismo no es una guerra de egos, sino una danza de resistencia, de estrategia y, sobre todo, de compañerismo.

Mientras ellos se desgastan en su afán por ser los reyes del repecho, él mira hacia atrás. Siempre mira hacia atrás. Porque ahí, en la cola del grupo, hay alguien que está sufriendo. Alguien que empieza a dudar de si podrá llegar a casa. Y entonces, sin dudarlo, afloja el ritmo. Se descuelga del pelotón, se coloca al lado del rezagado y, con una voz tranquila y firme, le dice: “Ponte a mi rueda”.

Y ahí está la magia. Este hombre, que podría haber seguido adelante, elige quedarse. Elige sacrificarse por alguien más. Con su cadencia perfecta y su presencia inquebrantable, lo lleva de vuelta al grupo, protegiéndolo del viento, dándole aliento con cada pedalada. Y cuando finalmente llegan al pelotón, no hay fanfarria ni aplausos. Solo una mirada de agradecimiento y un leve asentimiento que dice: “Lo hicimos juntos”.

Los otros: los reyes del ego

Y mientras tanto, ahí están los otros. Los que creen que cada salida es una etapa del Tour, que cada repecho es una oportunidad para demostrar que son los machos alfa de la grupeta. Los que, en lugar de dar relevos, dan palos. Los que aceleran justo cuando el grupo empieza a estabilizarse, porque claro, ¿qué sería de una salida sin un poco de caos gratuito?

Son los que llegan al final de la ruta con una sonrisa de suficiencia, orgullosos de haber dejado a medio grupo atrás, como si eso fuera un logro digno de admiración. Porque, claro, lo importante no es disfrutar del ciclismo en grupo, sino demostrar quién tiene las piernas más grandes y el ego más inflado.

Pero aquí va una verdad incómoda: esos ataques, esas demostraciones de fuerza, se olvidan. Nadie las recuerda. Lo que sí queda grabado en la memoria de todos es el gesto del líder. Ese hombre que, con su ejemplo, nos enseña que el ciclismo no es solo un deporte, sino una forma de vida.

El líder que todos queremos ser

Hay algo profundamente épico en esta figura. Este líder es el guardián del grupo, el protector de los rezagados, el que siempre encuentra fuerzas cuando todos los demás las han perdido. Es el hombre que, aunque esté reventado, jamás lo demuestra. Porque sabe que su papel es inspirar, guiar y cuidar.

Y lo más hermoso es que todos, en el fondo, queremos ser como él. Queremos llegar a esa etapa de la vida en la que no necesitamos demostrar nada, porque ya lo hemos demostrado todo. Queremos ser esa persona que los demás buscan cuando las fuerzas fallan, que da tranquilidad con su sola presencia y que siempre, pase lo que pase, se asegura de que todos lleguen a casa.

¿Quién es el líder de tu grupeta?

Ahora es tu turno. ¿Quién es ese hombre en tu grupeta? ¿Quién es el que siempre te lleva a casa? Déjanos su nombre en los comentarios y cuéntanos por qué lo consideras el líder.

Y atención: si alcanzamos 10 comentarios, habrá bidones personalizados para toda la grupeta. Porque este tipo de líderes merecen ser celebrados, y porque, al final, el ciclismo es eso: pedalear juntos, cuidarnos unos a otros y construir recuerdos que duren toda la vida.

¡Es hora de rendir homenaje al verdadero héroe de la grupeta! 🚴‍♂️

2 comentarios

  • Hola
    Que gran narrativa !
    Hay varios, pero nombraré a uno, Andrés Soler.

    • A

      Muchas gracias por comentar Salva.
      Y por cierto, un nombre en el que no había pensado pero tienes mucha razón, buena elección.

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